Basavana, desesperado por hallar el amor del Señor, se dirigió hacia el oriente hasta llegar a Kappadisangama, donde tres ríos confluyen. Así, el Señor de los Ríos Encontrados se transformó en el dios de su elección, y cada vacana del santo contiene el nombre de su dios, habitualmente en la última línea.
El poeta hindú tuvo una revelación ante la vista de tres brazos de río que se juntaban en un solo punto. Desde hace mucho tiempo yo tengo una sola imagen fija en la mente: la de una corriente impetuosa que llega a un punto de tierra y roca, donde se divide, y cada una de sus ahora dos partes se aleja a un punto opuesto, inexorablemente.
No sé si aún mi exorcismo personal está en espera o al cabo de estos tres años el exorcismo llegó repetidamente y no me di cuenta.
Sólo sé que todo se mueve, aún si durante este tiempo estuve inmóvil y muda.
Nunca el río es el mismo río, ya se dijo.
Nunca somos el mismo río.
Sumé día a día
un dígito de luz
como la luna.
El mundo-pitón,
el omnívoro Rahu,
me ha devorado.
Hoy mi cuerpo está en eclipse.
¿Cuándo es la liberación,
Oh Señor de los Ríos Encontrados?
Citas tomadas de
Rosenberg, M. (sel., trad., introd. y notas), (2000). Cantos a Siva. Barcelona, España: Astri.