Olor a gas...

Soy bastante obsesiva. Obsesiva hasta llegar a lo tragicómico; tanto como para auto denominar mi manía como "Síndrome del vampiro" ¿Por qué? Según refieren los tratados vampirológicos, una de las mejores tretas para escapar de un feroz y artero ataque vampírico es desparramar una bolsa llena de semillas ante dicho ser. El Nosferatu en cuestión no sólo interrumpirá su persecución, sino que se detendrá a contar todas y cada una de las semillas tiradas, pues es incapaz de seguir correteando a ser ninguno antes de concluir dicha labor. Hay que dar fe al testimonio de quien escapó para contar la ingeniosa artimaña o al menos, para darle sustento y base lógica al origen del Conde Contar de Plaza Sésamo.

Pues bien, mi "Síndrome del vampiro" tiene que ver con los desastres domésticos y mi incapacidad para hacer y/o pensar nada hasta cerciorarme personalmente de que no hay tales.

Célebre en los anales familiares es la anécdota de aquella vez que la señora Mamá nos sacó a mis hermanitos y a mí del cine porque no se acordaba de haber cerrado la llave del agua del baño antes de emprender la expedición cinéfila. Y pasó todo: ni había dejado abierta la llave, ni había provocado el resurgimiento del medio lacustre, al menos en la colonia Roma.

Y más de uno concluirá sensatamente: Es mejor prevenir que lamentar. Pues sí, pero no a costa de la tranquilidad propia o ajena. Particularmente, la propia. El recuerdo de los Aristogatos, la llave de agua y la inundación casera que no fue, me ha perseguido todo este tiempo. Y si la sangre llama, las manías, también.

Estando ya alejada de mi hogar, inmersa en otros pensamientos de pronto se prende la alarma: ¿apagué, cerré, inserté? Y debo regresar tan cerca o tan lejos como esté para poder verificar si efectivamente, he apagado, encerrado, colocado y asegurado todo lo que deba ser apagado, colocado, etc.

Para tranquilizar a más de uno, debo decir que nunca he llegado al extremo de llegar a apagar algún incendio o solicitar el auxilio de la guardia costera. Sólo me queda exhalar un buen suspiro de alivio mientras ahogo una minúscula voz que me recrimina la pérdida de tiempo y esfuerzo. Pero al final coincidimos: es mejor estar seguros.

Por eso, nada como cierto fin de semana, uno de los más largos de mi vida, cuando nadé entre la zozobra y la incertidumbre de haber apagado la estufa antes de marcharme. Como suele ocurrirme, la idea me vino de improviso, y me cayó como balde de agua fría. Pero en primer lugar, ya me encontraba demasiado lejos como para poder regresar a verificar, según la costumbre; en segundo lugar, intenté tranquilizarme pensando en falsas alarmas anteriores.

Mejor haber regresado antes de pasarme un par de dias como los que pasé, imaginádome cuadros apocalípticos de departamentos estallando en medio del fuego; estadísticas de incendios domésticos; víctimas de quemaduras en todos los grados. No sé si ese fin de semana organizaron una convención de bomberos, el caso fue que a toda hora oía las sirenas ululando, con el consiguiente golpe al estómago y el pensamiento: "Que no se vayan hacia donde vivo..."

Para no hacer más largo el cuento, apenas pude, me lancé rauda y veloz de vuelta a verificar con mis propios ojos los estragos de mi piromanía involuntaria, e imaginándome ya en la ingrata labor de remover escombros, intentado rescatar uno o dos restos calcinados y humeantes de mis pertenencias; emprendiendo una audaz fuga del país antes de que se me señalara como la autora intelectual y material de los bombazos del año pasado, el fraude electoral del '88 y del '06, la crisis financiera del '94, el divorcio de Jennifer Anniston y Brad Pitt, la derrota del América, el compló para que Babel sólo se ganara un Óscar, y el incendio de un departamento.

Bueno, lo único que puedo contarles a manera de conclusión es que sigo tecleando desde un departamento que no presenta signos de incendio, inundación, temblor, tsunami, etc. Y que me encuentro averiguando precios de botiquines y extinguidores.

Si alguien me puede orientar al respecto, quedaré muy agradecida.

4 GLOSAS:

Lienzo dijo...

jajajaja estas reloca mi amiguis yaz, jajaja aunque mira: mientras tu paranoia sea propia y no la contaguies, y mientras que no te pongas paranoica en relaciones interpersonales, porque eso si seria de miedoooooo

bandala dijo...

Pues no te puedo asegurar que esto no se contagie, porque hereditario, sí que lo es. Y lo de las relaciones interpersonales, uf, mejor ni te cuento.

Anónimo dijo...

Oye, ya pasó todo el fin de semana y todavía no publicas un nuevo post. ¿Cuánto tiempo hemos de esperar tus asiduos y ya desesperados lectores?

POST, POST, QUEREMOS POST!!!!

bandala dijo...

TANIA: Gracias por el caldo de pollo para mi ego!!
Pero yo también tengo el mismo reclamo para ti: ¿Cuánto tiempo más esperaremos para leerte al fin?
¡Yo también quiero leer tus posts!