Basavana, desesperado por hallar el amor del Señor, se dirigió hacia el oriente hasta llegar a Kappadisangama, donde tres ríos confluyen. Así, el Señor de los Ríos Encontrados se transformó en el dios de su elección, y cada vacana del santo contiene el nombre de su dios, habitualmente en la última línea.
El poeta hindú tuvo una revelación ante la vista de tres brazos de río que se juntaban en un solo punto. Desde hace mucho tiempo yo tengo una sola imagen fija en la mente: la de una corriente impetuosa que llega a un punto de tierra y roca, donde se divide, y cada una de sus ahora dos partes se aleja a un punto opuesto, inexorablemente.
No sé si aún mi exorcismo personal está en espera o al cabo de estos tres años el exorcismo llegó repetidamente y no me di cuenta.
Sólo sé que todo se mueve, aún si durante este tiempo estuve inmóvil y muda.
Nunca el río es el mismo río, ya se dijo.
Nunca somos el mismo río.
Sumé día a día
un dígito de luz
como la luna.
El mundo-pitón,
el omnívoro Rahu,
me ha devorado.
Hoy mi cuerpo está en eclipse.
¿Cuándo es la liberación,
Oh Señor de los Ríos Encontrados?
Citas tomadas de Rosenberg, M. (sel., trad., introd. y notas), (2000). Cantos a Siva. Barcelona, España: Astri.
Pero también, pido la merced de dirigir mis pasos a donde no esperaba ir, más allá de donde esperaba llegar
Que en la obra de mis manos, de mis palabras y en mis ideas me sea dado rebasar lo necesario.
Bendice los libros, las películas, la música, las tertulias ociosas, que son germen maravilla
Porque tuya es la gloria y tuyo el ocio, culminación verdadera de toda creación.
Y llévame hacia quien no me espera y hacia quien no espero.
Pues sabes como nadie, que al final, todos nos reencontraremos y nos reconoceremos en el mismo rostro.
Amen.
... Y que me sea concedida la merced
de estar con quien deba estar
haciendo lo que deba hacer
en el lugar que sea mi lugar.
Nos conocimos por la glorieta de Quevedo. Por tanto, suponemos que es de origen coyoacanense. Ya se sabe: yoga, Saramago y atún en agua. La vimos solitaria e inmóvil a mitad de la calle, a mitad del parpadeo que cambia la luz del semáforo de roja en verde. Podría haberse quedado allí porque le pareció un buen sitio para contemplar el desfile de luces que iban de aquí para allá a velocidad vertiginosa. Tal vez se quedó inmovil pensando en el siguiente paso, aturdida por el movimiento y ruido sin sentido que la rodeaba.
Nuestros gritos la hicieron reaccionar antes de que la avalancha de peseros y carros desbocados la sepultara. Corrió hacia nosotros y se metió en un estacionamiento de donde dejó que la sacara y la metiera en mi bolsa, que a partir de esa ocasión sería oficialmente su transportador. En otras palabras, ella me adoptó.
Es una gourmet, por lo que prefiere los buenos quesos en trocitos pequeños.
Es ojiazul. Azul aristócrata de salones vieneses como los que conocieron Schielle, Strauss y Musil.
Cuando me mira soy una ventana; si cualquier día comenzara a hablarme, no me sorprendería en lo absoluto.
Tiene un dedo amarillo. Espero poder leer algún día el libro que le ha dedicado: "Mi dedo amarillo y yo".
Mati
Vivía en una comuna de gatos okupas que se dedicaban a hacerse trencitas y rastas, a tocar y bailar al son del tambor, y asolearse, básicamente.
Siempre tiene ganas de platicar en la noche, después de una larga jornada. Es la mejor descubridora de escondites inaccesibles y confortables para tener las mejores siestas. Ama con locura las palomitas de maíz (pero con moderación).
A veces su mirada es gris, a veces, verde, pero sus pupilas abarcan la totalidad que nosotros, pobres humanos, intentamos percibir imperfectamente.
Es una niña brava. Cuando lo ha considerado necesario saca garras y chispas hasta dejar claro a gatos, perros y otros gandallas quién es la que maúlla.
Ahora la Sibilina y Mati me acompañan y yo estoy feliz de que ambas me cuiden, así como espero poder cuidarlas bien a ellas y procurar que se sientan contentas.
Christopher Smart (1722-1771), poeta inglés, dedicó un poema muy hermoso a su gato, por eso me gustaría compartirlo con ustedes.
Pues he de alabar a mi gato Jeffrey.
Pues es un sirviente del Creador, a quien sirve diaria y debidamente.
Pues con el primer rayo de la gloria de Dios en el Este lo adora al estilo gatuno.
Pues lo adora doblándose sobre sí mismo siete veces con rápida elegancia.
Pues salta para adueñarse del almizcle, que es la
bendición con que Dios responde a su plegaria.
Pues rueda de alegría para absorberlo.
Pues habiendo cumplido con su deber y recibido la bendición divina empieza
a pensar en sí mismo.
[...]
Pues cuando termina su ronda diurna empieza
su verdadera tarea.
Pues vigila al adversario del Señor en la noche.
Pues confunde los poderes de la oscuridad con su piel eléctrica y sus ojos cegadores.
Pues confunde al Diablo, que es muerte, al saltar
nervioso de vida en vida.
Pues al amanecer ama al sol y el sol le ama.
Pues pertenece a la tribu del Tigre.
Pues si el Gato es el Querubín el Tigre es el Ángel.
Pues tiene la sutileza y el bufido de la serpiente, que por bondad suprime.
Pues no causará destrucción si se le alimenta bien, ni escupirá sin ser provocado.
Pues ronronea agradecido cuando Dios le dice que es un buen Gato.
Pues instruye a los niños en la benevolencia.
Pues toda casa está incompleta sin él, y el espíritu no se siente del todo bendecido.
Pues al huir de Egipto los hijos de Israel, el Señor habló de gatos con Moisés.
Pues cada familia se llevó al menos uno consigo.
[...]
Pues nada hay más dulce que la paz de su sueño.
Pues nada hay más ágil que su vida en movimiento.
Pues es pobre y bienaventurado a ojos del Señor... mas ¡pobre, pobre Jeffrey!, la rata te ha mordido la garganta.
Pues bendigo el nombre del Señor al ver que Jeffrey mejora.
Pues el Espíritu Santo llega hasta su cuerpo y lo
sostiene y lo completa.
Pues su lengua es tan pura que tiene de pureza lo que no tiene de música.
Pues es dócil y puede aprender ciertas cosas.
Pues puede sentarse gravemente, lo que muestra
paciencia en la aprobación.
Pues puede traer y llevar objetos, lo que muestra
paciencia en el trabajo.
Pues puede saltar sobre un palo, lo que prueba sin lugar a dudas su paciencia.
Pues puede tumbarse si se le ordena.
Pues puede saltar de lo más alto al regazo de su dueño.
Pues puede atrapar un corcho y echarlo a rodar de nuevo.
Pues es odiado por el hipócrita y el avaro.
Pues éste teme ser descubierto.
Pues aquél niega los cargos.
[...]
Pues al acariciarlo he descubierto la electricidad.
Pues percibo en él la luz de Dios, la cera y el fuego.
Pues el fuego eléctrico es la sustancia espiritual que Dios envía desde el
cielo para sustentar los cuerpos de los hombres y las bestias.
Pues Dios lo ha bendecido al darle tantos movimientos.
Pues, aunque no puede volar, es un escalador consumado.
Pues domina más movimientos que cualquier otro cuadrúpedo sobre la tierra.
Pues puede seguir todos los compases musicales.
Pues puede nadar para salvar su vida.
Pues puede arrastrarse.
Christopher Smart . Fragmento del poema "Jubilate Agno" (ca. 1760). Traducción de Jordi Doce, "Un gato llamado Jeffrey", en El Malpensante.com, donde se puede leer más sobre Christopher Smart, su vida y obra poética.
Hace un año, poco más o menos revisé una obra y al mismo tiempo terminé una relación.
Acaban de enseñarme el libro en el que se convirtió la obra que revisé. Siempre me gusta ver cómo la obra que conocí como un bonche de hojas impresas con un montón de notas, banderines y papelitos se ordena y... ¡tarán! Después de pasar por muchas manos y ojos, aparece un libro con páginas resplandecientes, oliendo como sólo huelen los libros nuevos, tan limpiecito que uno ni se atreve a tocarlo para no maltratarlo. Siento una satisfacción muy profunda al pensar que hay un granito de mí en ese libro, aun cuando, en la mayoría de las veces, sólo yo sé que tuve parte en ello.
Pero este libro tiene una historia diferente. Fue un libro que leí sin poder evitar dejarle lágrimas entre las páginas, y no fue precisamente porque se tratara de un novelón marca Corin Tellado. Una lectura tan emotiva tiene muchas consecuencias, y ninguna de ellas positiva: la lectura se alargó demasiado y yo me retrasé excesivamente; mi revisión fue inconsistente, con muchas fallas. Finalmente, mi labor comenzó a ser lo contrario de lo que hasta entonces había sido, una actividad agradable e interesante, en vista de que no podía concentrarme en el texto y más pronto que tarde era incapaz de seguir leyendo para darle rienda suelta a la plañidera que vive en mí.
Sigo tropezando en este camino, pero ya tengo más calma. Al menos, ya me siento más capaz de concentrarme en lo que tengo ante mí, en lo que está presente y permanece.
Confieso que a lo largo de estos años he leído libros que están tan bien escritos que cuando termino de leerlos me siento triste, pues hubiera querido que el placer de leerlos se prolongara un poco más. Y he leído otros que me hacen sentir como si me hubieran encadenado del cuello a una piedra de molino para llevarla arrastrando. Ahora bien, los gustos y disgustos personales son punto y aparte; el libro no me tiene por qué gustar, puesto que no escribo reseñas ni soy la novia o mamá de los autores... y creo que ni así tendría esa obligación.
Esta labor, tal como la entiendo, es ser lo más objetiva para darle la lectura adecuada al texto, de tal forma que ésta quede bien pulida, a fin de que su lectura sea lo más clara y, por qué no, lo más grata posible. Esto también implica, desde mi punto de vista, ayudar al autor para que se luzca y para que su texto sea apreciado. Lo cual, de ninguna forma quiere decir que para corregir es necesario reescribir el texto. Hay una gran diferencia entre corregir y ayudar. Y en ese sentido, mi labor es muy parecida a la de un sastre: si la compostura está bien hecha ni siquiera se debería notar.
Ahora que he visto este libro y lo he revisado, siempre con alegría, como se recibe a un recién nacido, lo siento como algo más que un libro; lo veo... lo siento como materialización de una etapa y de una crisis.
Es un libro que esperaba con muchas ansias, pues, con todo y lágrimas, fue una lectura muy interesante y me permitió aprender mucho del tema que aborda. Sin embargo, las decisiones posteriores de edición lo modificaron.
Un libro pasa por un proceso muy complicado desde su estado germinal como manuscrito o archivo electrónico, hasta su materialización final. En tal proceso intervienen muchas personas de habilidades muy diversas y, de igual forma, muchos criterios que deben resolver diferentes problemas, lo que en ocasiones resulta más difícil que negociar el protocolo de Kyoto. Así pues, que aviente la primera piedra el que esté libre de toda errata.
Veo y releo nuevamente el libro. Hay algo de mí en él, que es invisible y mudo, pero está presente y vivo. Creo que el formato lo hace poco manejable y las columnas podrían dificultar la lectura. No pudieron incluir unas fotografías sensacionales, supongo que por cuestión de derechos de autor; una verdadera lástima. Pero sé que es un libro muy bonito, en muchos sentidos. Es una lectura apasionante de la que he hablado mucho a mis conocidos, que he recomendado mucho y que disfruté mucho. Tuve la suerte de leer esa obra, por eso la conozco íntimamente. Y deseo de corazón que muchas otras personas tengan oportunidad de leerla y les agrade también.
Pd. El término crisis, en griego, significa "cambio". Y por cierto, hay otras palabras muy interesantes que también me gustan mucho: ecdisis y metanoia, por ejemplo.
Pd2. Por razones obvias, no daré el nombre de la obra en cuestión, pero lo que sí puedo hacer es poner el soundtrack oficial ;)
Creen los hurones, como todos los pueblos iroqueses, que el sueño transfigura las cosas más triviales y las convierte en símbolos al tocarlas con los dedos del deseo. Creen que el sueño es el lenguaje de los deseos no realizados y llaman ondinnonk a los secretos deseos del alma, que la vigilia ignora. Los ondinnonk asoman en los viajes que hace el alma mientras duerme el cuerpo.
Eduardo Galeano, Memoria del fuego, Los nacimientos