Y no es porque no tenga sueño, sino todo lo contrario.
Siempre he demostrado mayor pericia cuando se trata de pasar noches en vela que cuando debo iniciar una jornada a primera hora.
No duermo; intento retrasar todo lo posible el momento de ir a dormir, lo cual no es más que una evasión tonta ante el cansancio y el sueño del que despertaré aún más cansada. Es una resistencia inútil contra lo inevitable: debo madrugar demasiado temprano.
Pero mientras, me evado en mi propio desvelo y sueño con los caminos que se inundan en la luz del sol por la mañana.
Noctámbulos crónicos y madrugadores anónimos... uníos.
2 GLOSAS:
debo madrugar demasiado temprano...
Haga como yo: madrugue más tarde. Guiño de ojo...
ANÓNIMO: Gracias por el guiño del ojo a pesar de los resbalones propios. Créame que me encantaría seguir su sabio consejo. No más no me dejan.
Saludos.
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