Fue mi fiel acompañante.
Me sostuvo en la desgracia y la adversidad.
Me alivió innumerables veces en los momentos embargados de tedio, ansia o desánimo.
Ahora la he perdido.
La bella Remedios era un dispositivo reproductor MP3 al que denominé así, menos con reminiscencias literarias que con humor. Pero con ironía y todo, siempre le hizo honor a su nombre.
Constituía algo así como un veliz sonoro, provisto de la canción indicada para cualquier momento y circunstancia. Acompañada de la fiel Remedios me sentía más que preparada para afrontar travesías a bordo de peseros kamikases, el limbo de las filas burocráticas, la espera de amistades morosas, la decepción de días absurdos...
Por eso, cuando me asaltaba la idea inquietante de su pérdida, inmediatamente me embargaba el terror: perder a Remedios equivaldría a perder justamente un veliz... pero el de la ropa interior. Perderla, suponía, era perder los sonidos que definían mi intimidad: qué es lo que mueve esta estrofa; qué recuerdo invoco al oír esta canción, qué cicatriz nunca permito que cierre gracias a esa, y cuál es la tonada mágica con la cual me pierdo.
Y la perdí.
Remedios: te voy a echar de menos. Y particularmente, nunca olvidaré cómo me acompañaste toda la temporada de expedición por la Avenida de los Cien Perros sin fallar una sola vez. Sin tu apoyo no habría podido aguantar todos esos viajes.
Lo único que lamento de veras es que tu nuevo/a dueño/a (si es que se le puede dar ese nombre a quien gusta quedarse con objetos ajenos) seguramente borrará tu memoria para atiborrarte de reggetón y pasito duranguense, sin enterarse nunca de tu biografía como heroica nómada urbana.
5 GLOSAS:
Que triste, aunque por un lado eso de usar audifonos muy seguido te hace perder la udicion... que?!? quien dijo eso!?!?!
Saludos de psicoso medio sordo.
A mitad del año le regalé a mi ahora ex-novia uno de esos reproductores. Ella estaba más que feliz, y aún hoy en día lo usa. Yo la increpaba un poco ya que a veces no se lo quitaba cuando hablaba con ella (indicio de que algo andaba mal). Unos días después de que terminamos yo me compré el mío, es una cosa muy freak, se trata de una transformer que es al mismo tiempo un reproductor .mp3. Hoy me acompaña a donde voy, y se va trocando en algo interante, aleccionador. Cada pieza, cada música, escuchada en el ambiente urbano adquiere nuevas fuerzas que tocan a mi corazón. Entiendo lo triste que es perder estas cosillas, me recuerda cuando perdí la primera novela que estaba escribiendo, a esa persona de nada le serviría. Un abrazo y disculpa que me extienda tanto, pero quería contarte esto.
Déjame decirte que yo en lo personal ODIO esos aparatos. Siento que te aislan de los demás, además de que dañan irremediablemente tu capacidad auditiva. Yo tengo uno en casa, que nos regalaron cuando compramos la computadora y jamás ha salido de su cajita.
Yo prefiero practicar lo de "la musiquita que ronda mi cabeza", aunque a veces la gente se te queda viendo cuando comienzas a tararear por lo bajo o de plano a cantar con hondo sentimiento cuando andas por las calles. Y que no se hable de cantar en las duchas...
Bueno pero de remedios está lleno el mundo: no tardará en aparacer otra droga; y en cambio te ha quedado el recuerdo....
saludos!
PSICOSO: Pues sí, pero acepté a Remedios con todo y sus defectos, así es el amor. Saludos a medio oír para usted.
Sr. Chiquito: Coincido con usted: si el/la susodicho/a se muestra más atento con el obsequio, es muy mala señal. Ya ve, en ocasiones conviene ser precavido con los regalos aunque lo tachen de mezquino: "regale afecto, no lo compre". Celebro saber que usted sí entiende mi desesperación, aunque no hay punto de comparación entre el aparatejo y su manuscrito. Me pego un tiro si se me llega a perder la primera novela, la primera tesis... brrrr; mejor toco madera. Un abrazo también, ya ve que también yo gozo explayándome.
TANIA: Oooh, pus qué quieres... también tengo mis debilidades. Además, no es evasión, sino defensa para intentar preservar mi salud mental ante los bocinazos y mentadas de los h.h. conductores de esta urbe, el Pandachou, las guarradas que te sueltan a la menor provocación (y sin ella). Y lo de la música en mi cabeza...pufff, cada día me cuesta más trabajo oírme a mi misma entre tanto barullo. Abrazos, no dejes de escribir para que tenga algo mejor que comentar a las voces de mi cabeza.
MALVISTO: Jejeje... tiene razón... y yo digo con Humprey Bogart: Siempre tendremos Remedios.
Saludos y bienvenido.
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