seis dogmas cinéfilos, un par de películas y algunos comentarios subjetivos de madrugada

Cinéfilamente hablando, como todo cinéfil@, mantengo ciertos dogmas. Pocos pero invariables:

1) Jamás abandonarás la sala a media película (dogma establecido después de cierta experiencia traumática de la infancia que incluye a: Los aristogatos, la señora mamá, una función interrumpida por la aprehensión de esta última por ver si efectivamente había dejado o no abierta la llave del agua y la casa estaba o no inundándose; mi muy mal sobrellevado complejo de Electra).
2) Jamás consumirás alimento que tu vecino de asiento no desee oler.
3) Abomina de las películas gringas de bajo presupuesto que quieran parecer superproducciones.
4) Huye y repudia toda película gringa con pretensiones de parecer europea.
5) Cree ciegamente en el criterio y buen gusto de tu distribuidor de dvds piratas. Su sabiduría cinéfila no tiene límites.
6) Una buena película es tan provechosa como una clase o quizás más. (Dogma de mis dias estudiantiles que sigo aplicando con entusiasmo y convicción pero de forma más sutil ahora que me encuentro del otro lado del escritorio).

Quisiera relatar aquí los pormenores de mi apasionante y ajetreada vida como cinéfila, pero la verdad es que de un tiempo para acá (desde que soy asalariada con un horario regular de entradas y salidas) ésta ha decaido hasta niveles que, entre mis conocidos cinéfagos, serían considerados como vergonzosos. (Hasta este fin de semana renté y vi dos películas para compensar muchas semanas de inanición visual).

En un post futuro, al que tendré que titular "Días extraños", relataré como en una vida pasada, me dediqué en cuerpo y alma a las delicias del séptimo arte. No de forma tan "directa", pues no producí, no actué ni nada de eso, aunque de cierta forma, también fue acción directa. Me refiero a mi intervención como espectador e integrante del circuito universitario de cineclubes de la unam, un grupo subterráneo, selecto y complejo, tanto como lo puede ser un conjunto variopinto de cinéfagos de esta siempre h. institución.

Respecto a las dos pelis que mencioné anteriormente, aun no sé como abordarlas aquí.

Personajes que se mantienen apartados de la sociedad.
Vidas solitarias en medio de la nada.
Lucha por preservar una esencia de individualidad.
La fe que roza con la locura.

¿Tendría el valor para aceptar el don de la soledad?

Pd. Las películas en cuestión: "Grizzly man" de Werner Herzog, y "The ballad of Jack and Rose" (en español "Nunca te dejaré"... vaya título más amelcochado) de Rebeca Miller. Independientemente de mis comentarios subjetivos, se las recomiendo.