la nube

¿Alguna vez se han sentido sobrepasados? Alegría, frustación, ira, amor, tristeza... Esta semana me ha dado de todo a manos llenas y ahora me siento saturada.

Temed si queréis que os despierte el instinto de Belleza...

Hay una forma especial de belleza que duele profunda, íntimamente, pues su contemplación es terrible. Por eso,tanto el llanto como el júbilo resultan insuficientes para abarcar o siquiera rozar el éxtasis que provoca.

Un tiempo vendrá para trinar de pie como las aves
valientes ante la belleza.
Despacio o rápidamente
las aves nos domesticarán.

En la fiesta oímos a una voz preguntando a través de los altavoces "¿Quién se ha enamorado de verdad, al menos una vez en su vida?" Todos levantaron su mano, alegres y sinceros creyentes de su propio convencimiento. Todos, excepto yo.

Creo recordar ahora una frase en esa novela donde Amparo Dávila hace una aparición fantasmal: "¿Qué sé yo de las grandes alas del amor?"
Precisamente eso, ¿qué sé yo?

He levantado mi mano por encima de las negras montañas y los demonios de este mundo. He dicho al amor "por qué" y se puso a rodar por el suelo. Estallaron las guerras una y otra vez y no nos quedó ni un andrajo para meterlo en nuestro equipaje y olvidarlo. ¿Quién oye? ¿Quién oyó? Jueces, sacerdotes, policías, ¿cuál es vuestra tierra?

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*Los fragmentos en cursivas pertenecen al poema escénico María Nefeli (o María la nube) del poeta griego Odisseus Elytis (1911-1996), Nobel de Literatura en 1979.

Prou

... Que el fondo de las fotos es claro, pero es no es el gris indicado, es decir, tu gris no está lo suficientemente claro, como se indica en el formulario.

... Que tenga el cabello lo suficientemente corto como para que aún no lo pueda sujetar, por lo que he tenido que embarrarlo de medio frasco de Moco de King Kong con el fin de que mi frente y orejas luzcan en todo su esplendor. Pero mi melena es lo suficientemente larga como para que los mechones me tapen el cuello: "Sorry, así no se aceptan tus fotos". (¿Y si me rapo? Nel. "Las instrucciones dicen claramente que tu cabello debe estar recogido... y tú no tienes cabello recogido en estas fotos").

... Que haciendo cola para pagar los derechos de examen y título me venga a la mente una y otra vez mi imagen personal del Infierno, al que añado un círculo más: Trámites de titulación.

... Que me haya pasado las últimas dos semanas durmiendo a intervalos, despertando con la boca seca, como si me hubiera dedicado a chupar un ladrillo, además del sabor a cenicero, aunque yo no fume.

... Que durante estas últimas semanas mi desempeño en los rubros de "Asistencia" y "Puntualidad" siga el ejemplo de la economía nacional.

... Que mis hermanos ya inventaron a media docena de amantes/novios/acompañantes entre los que he distribuido mi tiempo estos últimos meses en los que ya no me he aparecido por la casa paterna, ocupada como he estado en retozar con ellos. A todos los he llamado con el mismo nombre: Tesis.

... Que puedo jurar con una mano sobre el fuego que mi madre me va a inconformarse por algún detalle de la dedicatoria. O el tipo de letra. O el tamaño del trabajo: demasiado breve, demasiado extenso.

... Que apuesto mi insumisa melena a que cometí algún pecado de palabra, obra u omisión en la parte de agradecimientos.

... Que ya no quiero leer el trabajo una vez más. Seguramente encontraré un error que pasé por alto entre todas las revisiones.

... Que debo comenzar a buscar un manual de diplomacia y mediación de conflictos para ciertas invitaciones al numerito. O anexar en éstas la siguiente leyenda: "Favor de llevar sus propios curitas y mertiolate, ya que no contaremos con atención médica en el lugar del evento".

... Que el viernes, mientras seguía en trámites, descubrí con horror un par de equivocaciones que cometí en el procedimiento, aunque, afortunadamente, no impidieron que pudiera seguir adelante con el papeleo. Pero me temo que los hh. sinodales sí me van a decir algo al respecto... y me jalarán las orejas... y algo más.

... Que estoy cansada. Estoy cerca del final, pero me siento bastante desgastada.

... Que ya sé, al fin ya podría comenzar a bajarle a la neurosis y estar más tranquila, pero aún no puedo ponerme a celebrar el final del proceso. Me siento todavía demasiado cerca y demasiado lejos aún.

... Que mi agradecimiento principal lo merecen todas las personas que me han tolerado a mí con todo y neurosis, mal humor, ausencia, distracciones y metidas de pata, sobreabundantes durante las últimas semanas.

... Que me crean cuando afirmo que este trabajo es obra de muchas personas. No soy la única autora, o al menos, lo soy tanto como tod@s los que me han ayudado a llevar adelante y finalizar este proyecto.

... Que me emociono cada vez que leo el colofón que agregué. No sé si académicamente es correcto, pero me vale. Es una parte de mí y de lo que significa haber hecho un trabajo como éste.

Como sea, este fin de semana quiero descansar un momento de todo el ruido que me ha invadido la cabeza en esta última etapa. Ya no quiero pensar Cuando desperté, la tesis todavía estaba allí.

Y lo que tenga que pasar, que pase.

Vengan, vamos a bailar.


el embudo

Entre mi colección de manías, perversiones y fetichismos, tengo en especial cariño una sección a la que he bautizado de forma un tanto arbitraria "El güanna-bí del ser escritor", la cual incluye una colección de películas, libros y citas varias.
Rosa Montero tiene una teoría personal sobre el proceso de escritura, a la que ha tenido a bien llamar "la etapa del embudo": en un momento determinado, durante la redacción de una novela, la vida cotidiana comienza a volcarse sobre la historia; aunque después corrige: más que un embudo, ocurre una inundación en la que la ficción se desborda hasta comenzar a anegar lo que llamamos comúnmente "realidad" con diversas y desconcertantes coincidencias. Esto no es sino un síntoma de cómo la obra en cuestión ha crecido hasta salirse de la esfera de la imaginación hacia el mundo concreto, objetivo.

1. Supongo que cada persona que se ve envuelta en un proceso prolongado de investigación, tiende a desarrollar una relación particular con su objeto o sujeto de estudio, lo que a menudo adquiere un cariz cercano, similar o paralelo al fetichismo. En los inicios de mi propio proceso, conocí a una investigadora que compartía el mismo tema que yo, sólo que ella lo trabajaba desde la filosofía. Al platicar con ella no pude evitar sentirme desconcertada al oírla hablar una y otra vez de Pepe. Chale con la clavadez, pensé. Claro, a Pepe yo lo rebauticé como el omnipresente Vasco.

2. Supongo también que en estos procesos, como parte del fetichismo, uno adquiere sus propios amuletos. Como el ex libris del Vasco que recorté del periódico y que ha permanecido fijo todo este tiempo en el tablero de corcho que cuelga sobre el mueble de la computadora.

3. Al igual que los amuletos, también se puede desarrollar la necesidad o el gusto por los ritos.
Cuando vi el anuncio de la exhibición de su escritorio, y más aún, al ver la foto del mueble en cuestión sobre el que aparecían algunos ejemplares de los libros que me había dedicado a revisar y analizar, me dije que no podía tratarse de una coincidencia, al encontrarme en la fase final de redacción del trabajo. En cuanto pude, me dirigí a contemplar el dichoso escritorio. Sólo fui a eso. Y aprovechando un momento de soledad en la sala, aproveché para tocarlo, sólo una vez (sí, curadores y personal de El Estanquillo, yo fui quien dejó la huella de sus cinco dedotes). Y para hacerle saber al Vasco "Mira, ya está terminado esto, al fin".