El Vasco says: "¡Recueeerdame!"


El Vasco me ama...
Yo amo al Vasco...
Yo (corazoncito) Vasco...

... una cantata necesaria (II)

Treinta años después la Cantata volvió a ser elemento de un acto simbólico cuando el 11 de septiembre de 2003 se reabrió oficialmente abrir la puerta de acceso al Palacio de la Moneda ubicada en la calle Morandé 80, eliminada luego del golpe militar. Esta puerta tiene un significado particular dentro de la historia democrática de Chile, ya que era el acceso usado por los presidentes para ingresar y salir de la casa de gobierno habitualmente, sin necesidad de recibir el saludo protocolar de honor de la guardia presidencial. En este acto en el que también se recordó a las víctimas de la persecusión política pinochetista, se volvió a interpretar esta Cantata.
(Información extraída de:
http://www.dicoex.net/epgMorande80.htm)

Vale la pena escuchar esta obra y su letra; en estos momentos parece necesario más que nunca el ejercicio de interpretación sobre el significado de un término tan traído y llevado como Derechos Humanos. Y decidir si aún después de treinta años tiene vigencia en este panorama.

Aquí aparece la Cantata, con letra y música (sólo hay que seleccionarla entre las demás obras que también aparecen en el sitio)
http://pacoweb.net/Cantatas/Cantatas.html

Este es el video del acto de reapertura de la Puerta de Morandé, junto con la interpretación de la Cantata (vale la pena, si tienen el tiempo).

http://www.cinechileno.org/modules.php?name=Downloads&d_op=getit&lid=44&ext=_lit.wmv

Pero si no se puede, vayan directamente a la página de Arcoiris.tv para acceder a la versión que su servidor, equipo y paciencia aguanten (lo recomiendo más)

http://es.arcoiris.tv/modules.php?name=Search&testo=puerta+morande&tipo=testo

Esta página tiene información del grupo Ortiga y su colaboración en la Cantata junto con imágenes.
http://www.geocities.com/transiente/ortigacainyabel.htm

Y
esta es una imagen del album en cuestión.

El otro 11 de septiembre + una cantata necesaria (I)

Definitivamente, el mes de septiembre trae consigo una serie de conmemoraciones y rememoraciones, algunas más subjetivas que otras.
Como este blog no se rige por el calendario oficial ni tiene compromisos institucionales ni recibe patrocinios (hasta ahora nadie me ha enviado botellas de brandy... codos), pues nos damos el lujo de alterar el orden y mención de festejos y antifestejos, faltaba más.
Y sí, el otro aniversario septembrino que no reúne miles de horas de noticiarios para conmemorarlo, ríos de tinta, películas hollywoodenses o intervenciones armadas en otros países a la caza de terroristas, es el 11 de septiembre chileno, el del golpe de Estado militar en contra del gobierno socialista de Salvador Allende, el del inicio de la dictadura militar e inicio del éxodo de numerosos perseguidos políticos por el orbe. Muchos de estos refugiados llegaron aquí, a México. Como en otros exilios, lo que se supuso una estadía de tránsito se convirtió para muchos en destino definitivo. Una situación temporal significó varias veces reinicio de vida: hijos, trabajo, amistades; todo made in México.
Dejo a otros la tarea de interpretación histórica, social, política y dialéctica sobre el tema.Yo me quedo con mi subjetivo y particular punto de vista sobre las personas, aunque me niego a usar el término exiliados.
Los conocí desde mi infancia. También tuve oportunidad de conocer la sede que el gobierno echeverrista les dio para sus actividades, la hermosa residencia que fue la Casa de Chile en México. Todavía fui de la generación en cuyas casas se oía el canto latinoamericano. Tuve un cartel que decía con letras muy grandes: Chile en el corazón.
Pero fue hasta mucho después que me enteré de quién era Allende y supe que Pinochet no era un titeret, hijo de Gepett, como suponía; lo de las manos de Víctor Jara (... que no calla, según los F. Cadillacs); lo de las grandes alamedas donde pasará el hombre del mañana; el horror del Estadio Nacional y la caída del Palacio de la Moneda.
Ha pasado el tiempo, y también ha habido cambios: la Casa de Chile ya no es más, pues la demolieron y en su lugar hay ahora una ascéptica sucursal bancaria y una agencia de motos. Pero también ahora que se comienzan a exponer más y más pruebas sobre la represión y sus brutales secuelas del gobierno echeverrista contra los disidentes e izquierda mexicana, nos percatamos de las paradojas: mientras por otro lado se brindaba apoyo oficial a los grupos de refugiados políticos sudamericanos que llegaron en la década de los setentas, por el otro se perseguía y torturaba a muchos disidentes contra el gobierno con una saña que no tenía nada que envidiar la dictadura chilena, argentina o uruguaya.
Me niego también a hacer interpretaciones sobre la política de reconciliación promovida por los últimos gobiernos democráticos en Chile; los comentarios más pertinentes les corresponde hacerlos a quienes saben, es decir, a los mismos chilenos.
Sin embargo, me gustaría traer a cuento la mención de una obra musical extraordinaria en varios sentidos, la Cantata de los Derechos Humanos.
Esta obra musical tiene una importancia significativa muy honda.

  • Esta obra de Alejandro Guarello y el grupo Ortiga (música) y Esteban Gumucio SS.CC. (texto), marcó un hito en la defensa de los derechos de las personas en la década de los 70.
  • Compuesta en 1978 por encargo del arzobispado de Santiago para la inauguración (¿ o gran acto final?) del Simposio Internacional sobre los Derechos Humanos, organizado por la Comisión Chilena para los Derechos Humanos.
  • Fue estrenada en la Catedral de Santiago de Chile teniendo como narrador al destacado actor chileno Roberto Parada, en la música el grupo Ortiga, un coro dirigido por Waldo Aránguiz y un conjunto instrumental dirigido por Alejandro Guarello. Alejandro Guarello fue el director general del evento.
  • En 1979 se realizó la grabación por el Arzobispado de Santiago en una edición limitada de discos vinilo y cassettes actualmente muy difícil de encontrar. La matriz o master se encuentra perdida por lo que es imposible reproducir esta versión.
  • La carátula fue diseñada por Claudio Di Girolamo en 1978, en ocasión del Simposio Internacional de Derechos Humanos que se realizó en la Catedral de Santiago entre los días 22 y 25 de noviembre de 1978. *

_______________________

*Información obtenida de:

www.latinoamericano.cl
www.portaldemusicalatinoamericana.cjb.net

Este 19 no se olvida (II)

Y a partir de ese momento, la irrealidad también se instaló en nuestra vida. Uso esta palabra con cierta reserva, no con ironía. Como si tus amigos te cuentan, entre todas las leyendas urbanas y rumores (el niño sin cabeza que se aparece en los baños de la escuela; la viejita que vive en la casa de la esquina y cocina bebés para sus gatos; el robachicos, la maldad oculta de los pitufos, etcétera) que ya no hay metro por que está totalmente volteado de las vías; que hay familias enteras enterradas bajo los edificios pues no tuvieron tiempo de salir; que hay montañas de cadáveres siendo enterrados a toda prisa en la fosa común; que el presidente decidió rechazar toda ayuda del extranjero; que los soldados resguardan las ruinas pero alejan a quienes intentan rescatar a los que están atrapados en los edificios.

Que hubo quien se salvó por haber llegado unos minutos tarde al trabajo o la escuela, del que sólo quedaban ruinas. Que hay gente que de buenas a primeras se pone a dirigir el tránsito pues no hay un solo semáforo funcionando; que la gente literalmente saca con sus manos y con cubetas los escombros tratando de encontrar algún sobreviviente; que hay personas que simplemente se meten entre las piedras y salen con bebés aún vivos semanas después de haber estado enterrados bajo los escombros; que nuestra ciudad en realidad era una trampa mortal, cuyos edificios aparecían ahora con todas las entrañas de fuera, inclinados de forma grotesca, como un pastel mal hecho al que le hubieran puesto demasiado merengue.

Esas fotografías que ahora aparecen, sólo muestran edificios vacíos, con las paredes retorcidas como el cartón mojado de una caja de zapatos... ¿Pero alguien recuerda el paisaje devastado de nuestra alma en esos días? Un paisaje mudo, en medio de la guerra del polvo, los escombros y las varillas retorcidas.

Y las noches... las noches más espantosas que alguien pueda imaginarse; porque era nadar en la zozobra, esperando el siguiente temblor, tal vez el final. La gente salía con linternas, envuelta en cobijas, para pernoctar en la calle o en los parques o en los camellones. Los campamentos de quienes perdieron absolutamente todo también se volvieron parte de vida cotidiana, como si el desastre y sus huellas pudieran llegar a ser parte de la normalidad. Pero si alguien lo duda, es que no ha vivido aquí.

Después de la réplica en la noche, tras dejar atrás definitivamente una calma aparente, fuimos a reunirnos con mi abuela. Sin embargo, una distancia tan corta de 20 minutos, se volvió una travesía infinita, pues no hubo forma de encontrar un solo vehículo de transporte público (algún ejemplar de la extinta Ruta 100, color chocolate y vainilla; un taxi, naranja como refresco de ídem; el metro, de boleto rosa como helado de fresa y asientos muy azules). Y aquí viene la parte que muchos esperaban: la aparición de la siempre H. sociedad civil (levantémonos a aplaudir de pie), que en este caso apareció bajo la forma de un vochito cuyo dueño le daba aventón a todo el que encontraba en su camino.

Como dije, el dolor por alguna razón que ignoro o aún no puedo identificar, cada aniversario, cada imagen, cada conmemoración, no hace más que aumentar. Cosa curiosa, entre esta tristeza también hay otras emociones: los relatos que hablan de la cobardía y mezquindad de unos frente al valor y generosidad de otros; los horrores y los milagros. Los muertos y los vivos. Los que nos tocó ser más bien testigos en ese entonces para poder hablar ahora y no dejar que se olvide. (¿Sería exagerado afirmar que este ha sido el peor desastre en la historia de la ciudad desde la entrada de Cortés y sus tropas? Para guardar las debidas proporciones, sé que nadie discutiría si lo ponemos como el peor desastre de su historia moderna) También a este desastre debemos descubrimientos: que vivimos en una ciudad vulnerable donde los más vulnerables son los que menos tienen; también que ésta puede ser insospechadamente fuerte, aunque esta fortaleza a veces prefiere permanecer oculta; y basta, esto ya parece spot ajeno a fines electorales. Sólo mencionaré mis descubrimientos personales sobre nuevas palabras que comenzaron a aparecer en nuestro vocabulario: solidaridad (la cual no tardó en volverse marca registrada), sociedad civil, grupos civiles. Y finalmente, impotencia.

Colofón 1: Es de noche y mi tío ha venido a buscarnos a mi madre, mis hermanos y a mí. Las líneas telefónicas siguen ausentes, como la electricidad y en general, toda forma de comunicación, así que nuestra familia en provincia, como el resto del mundo, tendrá que enterarse hasta días después que la ciudad de México no está completamente destruida (“La capital azteca ha desaparecido”), la Roma y el Centro no son un hoyo y que, por tanto, nosotros no estamos completamente muertos o enterrados. Ha pasado la réplica y ya hay mucha gente en la calle lista para dormir en la acera o en un parque; una nueva forma de campismo urbano que contará con numerosos seguidores. Aún recuerdo cómo la loza del piso se abría y cerraba bajo mis pies. Vuelve a temblar. Volteo despavorida, lista para correr y huir pero veo que nadie más lo hace. La razón es simple: soy yo y sólo yo la que está temblando, inconsciente, incontrolable.

Colofón 2: Van un par de direcciones con fotos, para los que sienten la necesidad.

ALBUM (Sismo del 19 de Septiembre de 1985) Fuente: "Terremoto de Mexico'85"
Publicación de la Münchener Rückversicherungs-Gesellschaft
http://www.ssn.unam.mx/SSN/Doc/Sismo85/Fotos/f1.htm

Organización Panamericana de la Salud. Desastres y asistencia humanitaria
http://www.paho.org/Spanish/ped/Mexico.htm

Un blog sobre el tema con comentarios muy interesantes, vale la pena leerlos.
http://trikinhuelas.com/archivos/2005/09/18/terremoto-de-mexico-de-1985/

Colofón 3 (si aún siguen leyendo y ya llegaron hasta este punto, para que no se depriman): Uno de nuestros chistes favoritos de esa época. ¿En qué se parecía el centro a una Rosca de Reyes?... Se los dejo de tarea.

Este 19 no se olvida (I)

Parece que a medida que pasa el tiempo, los aniversarios y conmemoraciones, las fotos están cada vez más deslucidas y las imágenes que aparecen en la tele, más arcaicas.
Y sin embargo, parece que cada año el dolor aumenta más. Como la memoria, ¿es un achaque propio de la edad? ¿Una más entre la colección de neurosis chilangas que atesoramos al vivir en este lugar?
Cada generación seguramente tiene sus lugares comunes, sus referencias, sus mitos y ritos.
En la mía, se refiere esta pregunta: ¿Qué estabas haciendo cuando fue El Temblor?

Nótese la ausencia de más adjetivos. Para nosotros sólo hubo un temblor, a pesar de que en realidad, el mismo día tuvimos función doble por la mañana y por la noche.

Vivía en la Roma, en la trastienda de la tintorería de mi abuelo. Tenía 9 años y la firme intención de llegar, ahora sí, tempranito a la escuela. Mis hermanitos no compartían la misma convicción, por lo que, mientras ya me encontraba desayunando (y ese día me estaba deleitando con una sincronizada: delicia entre las delicias del desayuno), ellos trajinaban con mi madre en medio de nudos de ropa, piernas y brazos. Mi papá había viajado a algún lugar en provincia como parte de un equipo que debía entrevistar a un político, el cual finalmente nunca se apareció.
Comenzó. El buen Gutierrez Vivó trató de seguir tan noticioso como siempre hasta que, como varios miles de capitalinos, cayó en la cuenta de que esta vez, no iba a poder ignorar el contratiempo. "¿Qué... qué? ¿Está temblando?"
Silencio y oscuridad. Gritos de mi madre desde el umbral de la cocina a donde ya había jalado a los hermanitos para que me reuniera con ellos. Simple instinto materno y buen juicio antes de todas las campañas de protección civil.
Y con la terquedad de siempre, me parece tan fácil seguir desayunando, negándome a interrumpir la degustación de mi sincronizada por un temblor que seguramente iba a acabar en cualquier momento. Porque sé que abandonar la sincronizada es también abandonarme al terror. Y finalmente todo pasa... o más bien, no pasa. No pasa el temblor, antes bien, aumenta la intensidad. Aumenta el ruido amenazador de todos los objetos de la casa que han cobrado vida propia. Una vida ignorada, independiente y anárquica. Aumentan los gritos de mi madre llamándome... y ahí voy. Al miedo compartido. Al movimiento de todo que parece que nunca se va a acabar. Realmente cuando se terminó ni siquiera nos dimos cuenta. Parecía que el mundo, salido del caos, como dicen en los mitos, volvía al caos en medio de la oscuridad y estertores de la tierra.
¿Qué hacer? Lo primero es tratar de pensar que todo ha pasado y que hay que volver a la normalidad. Gran error. La Roma, como otros lugares de la zona centro estaban literalmente desechos. Como todas las personas que a partir de ese día también vieron derruida su vida o la de quienes amaban.
A los pocos minutos de salir a la calle era evidente que la normalidad también había sido sacudida, destruida. Algo andaba muy mal, no era necesario prender la tele o el radio para saberlo, aunque hubiera sido en vano, pues la energía eléctrica no regresó en todo el día.




¿Y si...?

Y si ...
... siguieras al pie de la letra todos los buenos consejos que recibes?
... te inclinaras siempre (SIEMPRE) por lo correcto, por lo que está bien, por lo sensato?
... pudieras distinguir claramente qué es lo que sólo te va a traer funestas consecuencias y evitarlo?
... conservaras a tu lado sólo las personas que te quieren y te corresponden y te alejaras de quienes te causan daño?
... pudieras evitar repetir dos o más veces el mismo error? .
... pudieras siempre actuar, hablar y callar a tiempo?
... si fuera suficiente disponer únicamente de lo esencial?
... si renunciaras a pedir de más?
... si vivieras convencido de eso que dicen, que sólo lo esencial es invisible para nuestros ojos?


¿Si pudieras, lo harías?

Te lo pregunto a ti por que yo aún no encuentro la respuesta.

INICIAR

Bien, supongo que el primer paso siempre es la más difícil, particularmente cuando vislumbramos un largo camino que se va a recorrer.
Cuando uno se pone a pensar en lo que implica dar ese paso, incluso puede ser sobrecogedor. Un paso hacia otro lugar; un paso que implica entrar o salir de la vida de otra persona; un paso para acercarnos más al horizonte que se anuncia a lo lejos; un paso para separarnos de algo o alguien, cuando reconocemos que ya es momento de partir; un paso para alejarnos del reflejo de la muerte que supone quedarnos inmóviles.
Un paso, una palabra; un paso, un pensamiento.
Y supongo que en este punto corresponde también junto con el paso, la explicación.
La palabra ondinnonk llegó a mi al leer la obra de Eduardo Galeano Memoria del fuego. No puedo decir que la encontré, sino que vino a mi, como el ondinnonk aparece revelándonos a pesar de nosotros mismos.
Además, me gustó la idea del sueño y la noche, en contraposición a la vigilia, pues básicamente, prefiero la hora de la noche para dedicarla a los menesteres de la palabra y de los sueños.
Espero que este sólo sea el primer paso de un largo viaje. Y como todo viaje, es mucho mejor cuando hay buena compañía.
Pd. Por ahora mis conocimientos sobre creación bloggística se reducen a palitos y bolitas, propiamente, pero confío en que relativamente pronto, con ayuda veterana y paciente, poco a poco esta bitácora comenzará a tomar forma y color. Chula de bonita, pues.
Pd2. Sesu, te habría encantado esto de los bloggs. El tuyo seguramente habría estado repleto de ideas incendiarias, apasionadas e irreverentes, como lo fuiste tú misma en este plano de la realidad en que tuve la fortuna de conocerte. También me imagino que habría estado lleno de imágenes de delfines y muchas fotos de los nietos que adorabas. Supongo que hay mucho qué decir, pero por ahora me resulta insuficiente el consuelo de las palabras.
A estas alturas, el decir "Yo la conocí" ya no me basta, pues para mí no fuiste presencia, sino esencia.
Sesu: ahora los delfines cantarán para ti.