Confesiones de lectura

A la Melusina, siempre a la Melusina

(A pocos minutos de interrumpir el estado de vigilia y abandonarme a un sueño oscuro, denso y liberador después de una semana muy larga.)

Soy una ex lectora precoz. Mis amiguitos se desesperaban cuando iba a sus casas porque en lugar de unirme al juego, me iba a revisar los libros que poseían.
Me gustan los libros que hacen reir, pero creo que a mis compañeritos de salón, el hecho de que alguien pudiera reirse a causa de la lectura de un libro, era poco menos que desconcertante... grotesco, mejor dicho.
Sospecho que mis papás habían hecho confidencialmente una apuesta sobre mi debilidad visual: ésta aumentaría a causa de las caricaturas que literalmente consumía o a causa de mi empeño por leer incluso cuando ya me habían apagado la luz del dormitorio e insistía en continuar leyendo con el débil resplandor que se colaba de la cocina.
Cuando me enfrenté al acervo de las bibliotecas escolares y a falta de mejor opinión o referencia para elaborar algún plan de lectura opté por el sentido común: seguí el orden alfabético.
A de literatura alemana: Canciones y poemas de Bertolt Brecht; Sidharta, de Herman Hesse; Casa sin amo, de Heinrich Böll... y así.
Acostumbraba marcar cada nuevo libro que adquiría en la última página con la fecha en que lo había adquirido.
También llevé una serie de bitácoras: una, donde anotaba las lecturas hechas, incluyendo datos como la fecha en que había concluido cada una, así como otros datos técnicos cuando me parecían relevantes, como el nombre del traductor, la serie, el ilustrador, etc.
Otra bitacora me servía para anotar citas. Y una más para transcribir poemas.
Hay personas que se curan sus males mediante el consumismo. Confieso ser una de ellas, pero si otros se sirven de la ropa, zapatos, electrodomésticos o fauna en peligro de extinción como paliativos para sus males, en mi caso ese consuelo se haya en la búsqueda de nuevos títulos para olvidarme (al menos de momento) del mal humor, la tristeza y la frustración.

Aunque disfruto indeciblemente del tacto de las tapas nuevas, el olor del papel y el sonido de la envoltura de celofán al ser rasgada, mis favoritos siguen siendo los libros viejitos, porque contienen en sí las huellas de otros lectores y otras lecturas.

Una última confesión sobre mis hábitos y rituales de lectura.

Cada año celebro mi cumpleaños con una relectura parsimoniosa de "Las nieves del Kilimanjaro" de Hemingway.

A don Gabriel en sus primeros cien años







Gabriel dijo "Hágase la luz". Y vio que la luz era buena.
Separó entonces la claridad de las sombras.
Tomó los cielos para que resplandecieran por encima de todo.
Y vio que estaba bien.
Finalmente, tomó vastos paisajes de mar, desiertos, las altísimas montañas, las serranías.
Tomó ciudades y pueblos; ranchos y cascos de haciendas.
A todos los pobló de siluetas, finísimas siluetas de hombres y mujeres.
Les dijo a éstas: Vayan y aviven la luz que reverberará por los ojos de quienes vengan y vean después.

"Fue la primera película que fotografié solo [Allá en el rancho grande (México, dir. Fernando de Fuentes, 1936)]. Ahí empecé a trabajar los paisajes, pero cuando examinábamos los rushes, me daba cuenta de que el paisaje no correspondía con el que yo había visto. Leí entonces el libro de Leonardo de Vinci, La luz, la sombra y el color, que hablaba sobre la importancia del color de la atmósfera. Me preocupé por detectar eso que se interponía entre la cámara y el paisaje. Con filtros de blanco y negro empecé a contrarrestar esa capa de la atmósfera que me molestaba. Por fin, en la pantalla comenzó a salir lo que mi ojo veía. Agregué a esa visión nueva la perspectiva curvilínea desarrollada por el doctor Atl. Así saqué partido de los cielos de México, que son hermosísimos. Con ellos gané tres premios en Venecia, donde se hablaba siempre de los cielos de Figueroa."

Testimonio del cinefotógrafo mexicano

En conclusión:

¡¡¡GABRIEL FIGUEROA ES SU PADRE,
JIJOS DEL TECHNICOLOR!!!

Llibres i rosas per sempre



Oració al senyor Sant Jordi

Senyor sant Jordi, / patró/ cavaller sense por,/ guarda'ns sempre /del crim de la guerra civil./
Allibera'ns dels nostres pecats /d'avarícia i enveja, / del drac
de la ira i de l'odi /entre germans,/ de tot altre mal./ Ajuda'ns a merèixer /la pau /i salva la parla
/de la gent catalana. /
Amén

Salvador Espriu

(Señor san Jorge/ patrón /caballero sin temor/ guárdanos siempre del crimen de la guerra civil/ Libéranos de nuestros pecados/ de avaricia y envidia/ del dragón de la ira y del odio/ entre hermanos / de cualquier otro mal. / Ayúdanos a merecer la paz / y guarda la lengua del pueblo catalán/ Amén.)

San Jorge es un santo bastante atareado puesto que además de andar matando dragones, víboras, tepocatas, aguaprietas y otras alimañas, también funge como santo patrono de sitios varios. Uno de estos lugares que están bajo el amparo de este caballero es Cataluña, región autonómica en España cuya historia se encuentra marcada por una larga lucha de resistencia por preservar su identidad cultural y lingüística.

Entre las aportaciones más señaladas que Cataluña nos ha dado (Serrat, Jaime Nunó, el Barça y los Chupa Chups, por mencionar sólo algunas) se encuentra la fiesta del Libro y la Rosa, que surgió precisamente, de esta celebración patronal, al coincidir con otra fecha de importancia simbólica para la literatura, pues en ese día fallecieron Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega.

Es por esta última razón que fue el dia elegido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores

En la Conferencia General de la UNESCO que se celebró en París en 1995, fue aprobada por unanimidad la iniciativa para declarar esta fecha como el Día Mundial del Libro.

A esta iniciativa se le sumó la propuesta para celebrar también el derecho de autor, con el fin de fomentar el respeto a los derechos de propiedad intelectual.
La idea principal de esta celebración es regalar una rosa y un libro a las personas queridas, como una forma de celebrar la belleza material e inmaterial de la vida.

A modo de rosas virtuales, comparto con ustedes las siguientes frases bibliófilas (fidedignas, con el consabido espacio para la duda):
Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.
(Proverbio hindú)

Los libros son los pilares de la libertad de los pueblos.
(Domingo F. Sarmiento)

Los libros son para las mentes juveniles lo que el vivificante sol y la refrescante lluvia primaveral son para las semillas.
(Thomas Mann)

Claro, también hay mentes juveniles que son para los libros como plantas de sombra y vegetación desértica.
(Anónimo del siglo XXI)

De nuestros padres aprendemos a reír y a amar, y a dar los primeros pasos. Pero cuando abrimos un libro, descubrimos que tenemos alas.
(Helen Hayes)

Los libros me enseñaron a pensar… Y el pensamiento me hizo libre.
(Ricardo Corazón de León)

Feliç Diada de Sant Jordi. Moltes llibres i rosas per tothom, ara i sempre.

Pd. Si alguien está interesado en la historia de esta celebración, aquí está un documento muy interesante (en catalán): "Com va néixer el Dia del Llibre", de Josep M. Arnaud de Lasarte.
Y si alguien está más interesado en la particular idiosincracia del lector mexicano que en la lengua de Serrat, lo invito a reirse hasta las lágrimas con este testimonio falopiano.

Un minuto de silencio


... Por mi balón de futbol, que después de varios años ha caido ponchado y yace ahora exánime, inerte. El aliento que lo animó durante todo este tiempo al fin lo ha abandonado y sólo ha dejado tras de sí una cámara vacía junto con la tristeza que provoca la partida de un fiel amigo que nos ha acompañado en las buenas y en las malas.

En verdad, mucho tiempo ha desde que llegó a mis manos, o mejor dicho, a mis pies; y con lapsos variables, a veces prolongados periodos de inactividad, me acompañó de un lado a otro. Juntos presenciamos dos mundiales y la temporada de ensueño, cuando los Pumas fueron bicampeones. También le tocó mudarse conmigo del nido paterno. Fue testigo mudo del largo periodo de inactividad pambolera, interrumpido esporádicamente por alguna cáscara. Sin embargo, su sola presencia me animaba a esperar tiempos mejores en los que ya habría oportunidad de correr los dos juntos. Llegó conmigo al fin de esa larga temporada en la banca y al reinicio de actividad, ahora sí, con un equipo en forma. Fue en una sesión de entrenamiento donde dejó de rodar, abatido por un medio hostil a su naturaleza esférica.

No es fácil aceptar que ya no me acompañará por prados, banquetas, canchas terrosas y cualquier otro sitio donde es posible hacer rodar un balón. Que ya no me alegrará en la soledad de mi torre xochimilca. Que ya no sentirá conmigo el pasto, el viento y el sol; los gritos, el júbilo, la carrera, el embate y el ardor. Pero al menos, llegó hasta el fin como los grandes esperan llegar: en el juego.

Pd. El primer balón que tuve fue obsequio de mi hermano. Cuando el encargado le preguntó qué tipo de caja de regalo quería, tuvo que explicarle dos veces que era regalo para una chica. "Perdón... este balón... ¿para dama dijo usted?"
Pd2. La ilustración de este post ("La futbolista") es obra del pintor duranguense Ángel Zárraga, contemporáneo de Diego Rivera. Guillermo Sheridan escribió este texto para el catálogo de una exposición del pintor.


Abril, el mes más cruel... (música nocturna)

The very thought of you makes my heart sing
Like an April breeze on the wings of spring
And you appear in all your splendor
My one and only love...


"No te vas a caer" (hablando de mis temblores personales)


Vaya que los seres humanos somos complicados, aunque sospecho que la simplicidad no es algo propio de la naturaleza humana.

Por eso no me abandona el dolor cuando una relación, otrora cercana y querida, se altera hasta tornarse distinta y lejana; extrañas las personas que compartieron cercanía y afecto. O cuando, bruscamente, debemos tomar decisiones radicales e inminentes.

Ya no voy a dudar ni entristecerme más.
No voy a pedir ni esperar nada.
A partir de ahora, las palabras, los encuentros, todo cuanto llegue de ti, será como un regalo precioso.

Y confío en el tiempo como la piedra de toque de este afecto.

La vida puede ser buena si puedo darme el lujo de experimentar. Hoy les proyecté a los chicos ¡Que viva México! de Eisenstein y les expliqué a grandes rasgos la importancia de su teoría del montaje. Creo que a la mayoría le interesó o por lo menos, procuraron aparentarlo. Además, cada vez que veo esa película me abruma la belleza y el poder de las imágenes que Eisenstein captó.

La vida puede ser buena: hoy no me faltó la comida caliente en mi mesa ni la compañía de mis colegas, con quienes compartí el pan y la sal, así como chistes bobos y simples para relajarnos después de una semana de trabajo.
Puede ser muy buena, si hasta me obsequia inesperadamente con un trozo de pastel de chocolate.

Me muevo en momentos llenos de incertidumbre sobre lo que soy para mí y para otros. Pero, a fin de cuentas, soy lo que soy.
Sólo cuento con algunas certezas a la mano:

Mañana me iré a trotar (aunque no es algo que me entusiasme particularmente).
Ordenaré y calificaré todos los exámenes pendientes.
Una canción como "My one and only love" se vuelve sublime al ser interpretada por Teresa Salgueiro .
El domingo jugaré futbol (aunque sospecho que me van a mandar a la banca por todas las inasistencias que ya he acumulado) e iré después a celebrar con gusto y alegría el cumpleaños de una amiga que la marea de la blogósfera me ha acercado en buena hora.

Y que pase lo que pase, no me voy a caer.

Y... ¿dónde te agarró el temblor?

Ustedes no están para saberlo ni yo para contarlo, pero esta semana se ha alargado inmisericordemente: regreso a la rutina sin exceso de entusiasmo después de una semana de asueto que careció de actividad y de descanso; un cambio de horario que nos roba una hora al día; confrontaciones y decisiones radicales e inminentes. Tensión de más, que se traduce en un sueño pesado y excesivo sin que sirva para descansar. Este sueño a su vez, anula los efectos sonoros del despertador, lo que me ha hecho batir esta semana un record de retardos que supera a todos los que podría haber acumulado en varios meses.
Si quisiera sonar fatalista, diría que el temblor trepidatorio de 6 grados Richter de la medianoche de este jueves fue un digno remate a esta semana, inolvidable de por sí.
No era de esta forma como quería comprobar las cualidades semiacuosas del suelo xochimilca. Tampoco quería volver a escuchar, como escuché anoche, el crujido de una casa y el tintineo de todos los objetos que despiertan a una vida propia, fugaz y caótica. Ni tener que echar mano del mantra para estas ocasiones: nocorronogritonoempujo, nocorronogritonoempujo, nocorronogritonoempujo... Ni sentir nuevamente un temblor incontrolable que domina todo mi cuerpo.
Tras salir hacia el área segura a una velocidad apresuradamente prudente, caímos en la cuenta de que nadie había tomados sus llaves. ¡Voy yo!, exclamé en un arranque más cercano a la desesperación que al heroísmo. Y regresé apresuradamente al departamento. Pero una vez dentro del vientre de la ballena de cemento que se retorcía haciendo digestión con sus varillas, tuve que manotear nerviosamente hasta dar con las llaves, y en un arranque de estúpida inspiración, intenté encontrar la lámpara de pilas que guardo para los apagones. Pero ni la encontré ni pude controlarme tanto, así que rápidamente emprendí una retirada despavorida, eso sí, con las llaves de la puerta en mi poder.
Fue bonito conocer a los vecinos en piyama. Y ver a sus perros caminar tan contentos por el estacionamiento, como si fuera una especie de convivio nocturno para todos, aun con el nerviosismo general flotando por el aire. El gusto nos duró poco a los bichos y a mí, pues en menos de nada, ya había cesado todo movimiento, ya estábamos de vuelta a la inmóvil realidad y de vuelta a nuestros nuevamente inmóviles hogares.
Creo que sólo alcancé a colocar el celular, la dichosa lámpara que al fin apareció, y mis llaves, al alcance de la mano, antes de caer como piedra en la cama.
Ay ternurita, como diría mi hermana. Para lo que sirvieron tales previsiones, si no pudimos alarmarnos debidamente con el siguiente temblor, cuatro horas después, aproximadamente, que pasó de largo en lo más profundo del sueño.

Bonifaz Nuño exprés

A diez escasos minutos de volver a las clases vespertinas y venciendo el sopor del almuerzo, comparto apresuradamente este poema de Bonifaz Nuño, muy al caso, en esta tarde calurosa de jueves.

Y nuevamente abril a flor de cielo...

Y nuevamente abril a flor de cielo
abre tus manos tibias, y yo canto
el júbilo entrañable y el espanto
que en mi sangre derramas con tu anhelo.

Amo la gravidez del alma, el vuelo
por la caricia que hasta ti levanto,
y el fuego triste hallado en el quebranto
de la distancia - aborrecible velo - .

Amor: abril, tu cómplice, desvía
la ruta del temor que disminuye
y disfraza de fiesta su agonía.

Eres abril de nuevo, amor, y nada
escapa de tu ser: todo confluye
a cobrar plenitud en tu mirada.

PD. No dejen de leer este post bonifaznuñino del Tallercito Violeta. Una experiencia emotiva y directa, como debe ser, pues.

Nueva suite del insomnio

"La gente normal no mira caricaturas a las 2 de la mañana"

Y qué.

Ese tipo de personas tampoco está tecleando en la computadora a las tantas de la madrugada, como si su vida se rigiera según el horario de Japón, de Brasil o de cualquier otro lugar situado en las antípodas.

Tampoco busca como evitar irse a dormir, no por el temor al insomnio, sino por el descanso que será insuficiente.

No se pone a observar detenidamente los surcos de sus venas, tratando de adivinar si entre los glóbulos y genes también se arrastran la tristeza, impotencia, furia agazapada y desamor acumulados por padres, abuelos, y los siglos de los siglos, amén.

Le he dicho a mi hermano que la gente normal no mira caricaturas a las 2 de la mañana, así que heme aquí, intentando armar palabras, frases; un andamio. Y huyendo del sueño que al fin llegará junto con la consiguiente resaca del desvelo.

el color del tiempo no es la sombra de la experiencia

Tengo 30 y, hasta donde sé, no tengo úlceras y/o migraña, lo que me convierte en una auténtica rareza entre mis contemporáneos conocidos.

Eso sí, tengo bien marcada la línea del entrecejo, producto de mis buenos y malos ratos con el consabido rictus de concentración, frustración, fruición, etc.

Y ya comienzo a tener canas.

Tengo que decirlo, son unas canas muy lindas: brillantes y plateadas, nada de hebras grises y opacas.

Al principio eran la sensación por parte de la familia (de escasa tendencia canosa), cuanto más que mi cabello es de un tono bastante oscuro, lo que ayuda a que resalten aún más.

Pero de un tiempo para acá lo que comenzó siendo una rareza se está convirtiendo en algo frecuente.

Justo hoy ante el espejo me tenido que encarar una pregunta ineludible: ¿Cuánto tiempo?

¿En cuánto tiempo esto no será excepción sino generalidad? ¿Tendré que esperar mucho o poco?

Ahora, también tengo que anotar otro rasgo general más entre los treinteañeros conocidos: muchos también ya portan canas, quien más, quien menos, en fin, no soy la única.

Más allá de la fórmula reconfortante de estos casos que alude al mal de muchos y al consuelo de unos cuantos ingenuos, sólo tengo un reparo.

No tanto la cuestión de la vanidad (espero que el contraste entre mi tono moreno y las canas tenga efectos bastante interesantes), sino algo así como el pudor, a falta de otro término más adecuado para definir este malestar:

Poca experiencia de vida.
Madurez, no toda la que debería.

¿Cómo demonios voy a tener canas?

la Melusina

... las pálidas niñas
que sin ruido van
ven con ojos blancos
en la oscuridad...
Hugo von Hofmannsthal, Melusine (fragmento)


fue una fiesta familiar
todos reían y bailaban a nuestro alrededor

ya habíamos tomado un par de cervezas y platicamos
como si apenas el tiempo de todos los tiempos fuera a empezar tras retirar las mesas y acomodar las sillas en torno al patio

los árboles de la casa crecían cada vez más
mientras la noche se desplazaba lentamente por la pendiente de la calle

hay una tuya foto en la sala donde tu mirada se aleja
mientras se deshace de flores y lazos conmemorativos

algo te pertenece y te separa de este día y los pasados

tu gato duerme en un sillón sin importarle las bocinas que sueltan música sin piedad
los niños que corretean por el patio
las sillas que se arrastran para dar espacio a los que bailan
los gritos de quienes te llaman

afuera los focos remarcan la oscuridad sobre el patio mientras las siluetas siguen la música que nos llena los oídos

me han dado otra cerveza y después nos ponemos a girar también
con oscilación y ritmo

esa noche
felices sin tener que decirlo