Carta a la amiga ausente

Dicen que todo en esta vida tiene una razón de ser, ¿verdad?
Como dice el libro: "hay un tiempo para abrazarse y uno para separarse"... o algo así. Sin embargo, siempre me resisto a aceptar que las separaciones tienen una razón de ser. Al menos, las que no decidimos.

Perdí tu pista. La facultad dejó de ser el sitio de encuentro cuando ambas terminamos nuestras respectivas carreras y cada una siguió por el sendero que sus personales inquietudes, compromisos y afectos le señaló.
¿Qué pasó? ¿En qué momento nos extraviamos entre tantos cambios de domicilio, teléfono y correo electrónico?
Hace poco pasé por el edificio donde vivías. Recuerdo la primera vez que me invitaste a tu casa, un piso muy iluminado y que de alguna forma, era lo suficientemente espacioso para tu hermano (a quien sólo conocía por apariciones tan súbitas como breves), tu mamá, un tanto seria, aunque siempre muy amable conmigo (sospecho que no le agradaba mucho que la llamara señora) y tú. Aquella vez vimos La muerte en Venecia echadas en la cama de tu cuarto, comiendo pizza. Y fuiste la única persona a la que le gustó mi cassette de cantos gregorianos.

Comenzamos por coincidir en el taller de teatro. Después, terminamos por confluir en gustos y pasiones comunes. El cine. La música. Lecturas. Yo estaba alucinada, pues siempre mencionabas montones de nombres de libros, artistas y canciones que nunca había oído. Como tampoco había conocido a nadie con una sensibilidad tan intensa como la tuya.
Un dia te anuncié que ya sabía qué cosas eran importantes para mí y sin las cuales no podría vivir: leer y escribir, en ese orden. Estuviste de acuerdo conmigo, pues también eran importantes para ti en la misma medida, aunque no en ese orden como me lo demostrabas al compatir conmigo aquellos los poemas y cuentos que comenzabas a escribir.

Ya ha pasado un buen rato desde la última vez en que te vi. Fue un encuentro muy rápido en plena calle. Apenas si hubo el tiempo suficiente para intercambiar saludos y la promesa "te llamo luego".

No estás perdida, sino ausente.

Entre todos estos caminos que vamos transitando también espero el momento en que volveremos a confluir. Sea en breve o no, espero que todo lo que pareció importante, con la desesperación y el deseo de nuestra adolescencia, siga siéndolo ahora, a nuestros treinta y tantos.

Y yo espero ese momento en el que nos veremos para platicar sobre todo lo que nos ha pasado en este tránsito hacia la llamada "madurez"; sobre lo que hemos dejado atrás y a lo que permanecimos fieles. Lo que nos ha lastimado y lo que nos hizo crecer.

Hasta ese momento, Brenda, cuídate y recibe mis mejores deseos en tu diario transitar por esta ciudad de encuentros y desencuentros.

Pd. Aún tengo el CD de Chico Buarque que me prestaste.

3 GLOSAS:

Gatos y Garabatos dijo...

bandala, que hermosa carta, me dejaste el corazón estrujado: todos tenemos una amiga ausente.
Ojalá pronto te sorprenda un encuentro... el azar responde a nuestro deseo más profundo.
Brindemos por los encuentros, que siempre sumen más que los desencuentros... salute amiga!

Besos!!

"No aceptar otro orden que el de las afinidades, otra cronología que la del corazón, otro horario que el de los encuentros a deshora, los verdaderos"

Julio Cortázar

bandala dijo...

Gracias por los deseos Galufi, la verdad es que me siento afortunada por quienes están y permanecen. Y también por quienes llegan, como tú.
Muchos saludos para ti y cariños para Gala y Toto (ya no nos dejes tanto tiempo sin tus posts).

Anónimo dijo...

Ves bandala... colmados de suspiros. Míranos.