Gracias por la música que nos aviva el alma y la llena de armonías y silencios justos
Gracias por el silencio, tónico fortificante del pensamiento
Gracias por el dolor que me cauteriza y limpia, por darme indicios de existencia
Gracias por los recuerdos, por la memoria, por el tiempo
que me tallan y pulen hasta dejarme desnuda como una piedra al río y al sol
Gracias por las horas y los días que se van sin detenerse
Gracias por el insomnio, que me sostiene en la noche, flama de la lámpara.
Gracias por el sueño que me alivia en la oscuridad de su pozo y abre mil ventanas.
Gracias por las palabras y su apariencia de realidad.
Gracias por el amor y la ausencia, para los que carezco de razones.
(Después de mucho tiempo, hoy volví a escuchar esta canción; me acordé de las canciones que enmarcaron mi infancia. Y también me acuerdo de Mercedes.)
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