tan lejos, tan cerca

Tengo 13 años y no tengo clases porque los maestros de mi secundaria están en huelga, por lo que debo preparar un trabajo para la clase de geografía con el tema: Caída del muro de Berlín. Aunque no he visto a ningún profesor desde hace semanas, las indicaciones están pegadas en las paredes de la escuela, por grupo y materia, que es donde vamos a copiarlos para poder entregarlos después, algún día, cuando termine el paro... y en tanto, paramos clases de forma súbita pero constante.
Así que debo ir a la biblioteca y buscar revistas recientes. Sobre todo, me gustan las fotos. La gente se ve muy contenta abrazándose, llorando de alegría, celebrando arriba de esos pedazos de cemento pintados innumerables veces. En especial, hay una foto que me gusta entre todas: un joven derriba a martillazos el muro mientras las personas a su alrededor lo vitorean. Hay un comercial en Navidad que me gusta mucho también: una chava le entrega una rosa a uno de los soldados que custodia el muro, o más bien, lo que queda de él. Veo en una revista que Bennetton ha lanzado un perfume conmemorativo; además, incluye un pedacito del muro de Berlín (¡ja!).
A la maestra de geografía no le gustó mi trabajo y me pone apenas un 6. Falta de información, creo.

Tengo 15 años y mi método de lectura, en vista de otra opinión experta que me pueda orientar, es seguir el alfabeto. Llego a la sección de literatura y el primer estante está dedicado a Alemania. Leo los poemas y canciones de Bertolt Brecht. También, la novela Casa sin amo de Heinrich Böll.

Tengo 16. Las olimpiadas de Barcelona tienen la ceremonia inaugural más bonita de todas las olimpiadas que se hayan hecho. Durante el desfile de competidores, hay dos apariciones especiales: Sudáfrica sin apartheid es readmitida en unos juegos olímpicos. Alemania desfila por primera vez reunificada. Los numerosos atletas alemanes desfilan tranquilos y felices: ahora sí, nadie va a poder paralos.

Tengo 18 y no conozco mejor forma de pasar las tardes que encerrarme en mi cuarto a leer. (Nota personal: Evitar leer Confesiones de un payaso de Böll en época navideña, a menos que se espere aumentar la depresión característica de estas fechas). Tan lejos, tan cerca de Wim Wenders es una revelación. La veo más de tres veces.

Tengo 33.

Benetton: Antes podías tener conciencia histórica y oler bien.
Brecht: Me han gustado mucho más tus poemas y canciones que todo lo que he leído después. Ahora también vivo tiempos oscuros, así que no puedo contarte nada que no sepas.
Böll: Ya puedo contarte que ahora tengo la experiencia y no sólo la lectura. Para bien y para mal.
Barcelona sigue siendo el recuerdo más bonito de todas las olimpiadas.
Wenders: Situaste a tus ángeles en Berlín antes y después de la caída del Muro. Hay un muro que nos ha ido cercando, no después de dos décadas, sino de dos sexenios más ochenta años.

¿Cómo se derriba un muro invisible?