la tribu del tigre

Gata Sibilina

Nos conocimos por la glorieta de Quevedo. Por tanto, suponemos que es de origen coyoacanense. Ya se sabe: yoga, Saramago y atún en agua. La vimos solitaria e inmóvil a mitad de la calle, a mitad del parpadeo que cambia la luz del semáforo de roja en verde. Podría haberse quedado allí porque le pareció un buen sitio para contemplar el desfile de luces que iban de aquí para allá a velocidad vertiginosa. Tal vez se quedó inmovil pensando en el siguiente paso, aturdida por el movimiento y ruido sin sentido que la rodeaba.

Nuestros gritos la hicieron reaccionar antes de que la avalancha de peseros y carros desbocados la sepultara. Corrió hacia nosotros y se metió en un estacionamiento de donde dejó que la sacara y la metiera en mi bolsa, que a partir de esa ocasión sería oficialmente su transportador. En otras palabras, ella me adoptó.

Es una gourmet, por lo que prefiere los buenos quesos en trocitos pequeños.

Es ojiazul. Azul aristócrata de salones vieneses como los que conocieron Schielle, Strauss y Musil.

Cuando me mira soy una ventana; si cualquier día comenzara a hablarme, no me sorprendería en lo absoluto.

Tiene un dedo amarillo. Espero poder leer algún día el libro que le ha dedicado: "Mi dedo amarillo y yo".

Mati

Vivía en una comuna de gatos okupas que se dedicaban a hacerse trencitas y rastas, a tocar y bailar al son del tambor, y asolearse, básicamente.

Siempre tiene ganas de platicar en la noche, después de una larga jornada. Es la mejor descubridora de escondites inaccesibles y confortables para tener las mejores siestas. Ama con locura las palomitas de maíz (pero con moderación).

A veces su mirada es gris, a veces, verde, pero sus pupilas abarcan la totalidad que nosotros, pobres humanos, intentamos percibir imperfectamente.

Es una niña brava. Cuando lo ha considerado necesario saca garras y chispas hasta dejar claro a gatos, perros y otros gandallas quién es la que maúlla.

Ahora la Sibilina y Mati me acompañan y yo estoy feliz de que ambas me cuiden, así como espero poder cuidarlas bien a ellas y procurar que se sientan contentas.

Christopher Smart (1722-1771), poeta inglés, dedicó un poema muy hermoso a su gato, por eso me gustaría compartirlo con ustedes.


Pues he de alabar a mi gato Jeffrey.
Pues es un sirviente del Creador, a quien sirve diaria y                        debidamente.
Pues con el primer rayo de la gloria de Dios en el Este lo adora al estilo gatuno.
Pues lo adora doblándose sobre sí mismo siete veces con rápida elegancia.
Pues salta para adueñarse del almizcle, que es la
         bendición con que Dios responde a su plegaria.
Pues rueda de alegría para absorberlo.
Pues habiendo cumplido con su deber y recibido la bendición divina empieza 
         a pensar en sí mismo.
 [...]
Pues cuando termina su ronda diurna empieza
         su verdadera tarea.
Pues vigila al adversario del Señor en la noche.
Pues confunde los poderes de la oscuridad con su piel eléctrica y sus ojos cegadores.
Pues confunde al Diablo, que es muerte, al saltar
         nervioso de vida en vida.
Pues al amanecer ama al sol y el sol le ama.
Pues pertenece a la tribu del Tigre.
Pues si el Gato es el Querubín el Tigre es el Ángel.
Pues tiene la sutileza y el bufido de la serpiente, que por bondad suprime.
Pues no causará destrucción si se le alimenta bien, ni escupirá sin ser provocado.
Pues ronronea agradecido cuando Dios le dice que es un buen Gato.
Pues instruye a los niños en la benevolencia.
Pues toda casa está incompleta sin él, y el espíritu no se siente del todo            bendecido.
Pues al huir de Egipto los hijos de Israel, el Señor habló de gatos con Moisés.
Pues cada familia se llevó al menos uno consigo.
[...]
Pues nada hay más dulce que la paz de su sueño.
Pues nada hay más ágil que su vida en movimiento.
Pues es pobre y bienaventurado a ojos del Señor... mas ¡pobre, pobre Jeffrey!, la rata te ha mordido la garganta.
Pues bendigo el nombre del Señor al ver que Jeffrey mejora.
Pues el Espíritu Santo llega hasta su cuerpo y lo
         sostiene y lo completa.
Pues su lengua es tan pura que tiene de pureza lo que no tiene de música.
Pues es dócil y puede aprender ciertas cosas.
Pues puede sentarse gravemente, lo que muestra
         paciencia en la aprobación.
Pues puede traer y llevar objetos, lo que muestra
         paciencia en el trabajo.
Pues puede saltar sobre un palo, lo que prueba sin lugar a dudas su paciencia.
Pues puede tumbarse si se le ordena.
Pues puede saltar de lo más alto al regazo de su dueño.
Pues puede atrapar un corcho y echarlo a rodar de nuevo.
Pues es odiado por el hipócrita y el avaro.
Pues éste teme ser descubierto.
Pues aquél niega los cargos.
[...]
Pues al acariciarlo he descubierto la electricidad.
Pues percibo en él la luz de Dios, la cera y el fuego.
Pues el fuego eléctrico es la sustancia espiritual que Dios envía desde el         
         cielo para sustentar los cuerpos de los hombres y las bestias.
Pues Dios lo ha bendecido al darle tantos movimientos.
Pues, aunque no puede volar, es un escalador consumado.
Pues domina más movimientos que cualquier otro cuadrúpedo sobre la tierra.
Pues puede seguir todos los compases musicales.
Pues puede nadar para salvar su vida.
Pues puede arrastrarse.

Christopher Smart . Fragmento del poema "Jubilate Agno" (ca. 1760). Traducción de Jordi Doce, "Un gato llamado Jeffrey", en El Malpensante.com, donde se puede leer más sobre Christopher Smart, su vida y obra poética.

3 GLOSAS:

Xerófilo dijo...

Hola Bandala:
Me gustó mucho lo que escribiste.
¿Has leído la "Oda al Gato" de Neruda?
Si no, hazlo, la encuentras en internet, y si sí, pues hazlo otra vez, que vale mucho la pena.

Lo cierto es que entre la semblanza de tus gatas, el poema y el video lograste un capítulo perfecto.

Yo, la verdad, prefiero a los perros, pero supongo que es por mi temperamento conchudo y monótono.

También he de reconocer que comparando la "Oda al Gato" con la "Oda al Perro" del mismo autor, se nota que los primeros son mejores musas que los segundos.

Saludos y muchos abrazos.

RRS

bandala dijo...

XERÓFILO: Tienes razón, la "Oda al gato" merece ser leída y releída. Termino coicidiendo con Neruda: todos querrían ser algo diferente a lo que son, menos el gato.
También yo pensé que te gustarían más los perros (y también me gustan los perros, aunque reconozco que me entusiasman más los gatos) pero por ser animales activos y compañeros de andanzas más adecuados que un gato, que en cambio me parece un animal de temperamento más sedentario y acomodaticio, como yo.
Me alegra que también te haya gustado el poema y la pieza musical; no sé si los gatos sean mejores musos pero al menos no tienen reparos en permanecer quietos durante horas; supongo que esa virtud los vuelve modelos muy apreciados entre los artistas, jajaja!
Te mando también muchos saludos y abrazos!

Tania dijo...

Pues llégale a la cursilería de toda madre orgullosa de sus Atilas personales y muéstranos unas fotos.