confesiones

-Oye, Lucas...
-Dígame, licenciado.
-Licenciado.
-¡Gracias, muchas gracias!
-No hay de queso, nomás de papa. Oye, Lucas...

No he dormido la última noche pero me presento a dar las primeras dos horas de clase. No me siento cansada, la tensión me mantiene en pie.

Momento del primer manicure.

Gracias a mi hermana, que fungió como asesora de imagen ante mi escasa pericia en ese campo y ante la imposibilidad de conseguir el modelo con corbata que tanto había anhelado lucir para la ocasión:









(La peluca sí que la encontramos pero la corbata era fundamental para que el atuendo tuviera el efecto deseado.)

También había pensado en un modelo de saco, más institucional pero igualmente formal, con la ventaja del calzado cómodo y el accesorio de mano, cuya efectividad para salvar graciosamente las preguntas incómodas del sínodo resulta indiscutible.



Sigo aún con el mal sabor de boca que dejó un malentendido que intenté solucionar sin éxito gastando tiempo y energías que debí haber empleado en otros asuntos relacionados directamente con el examen.

Descubrí entre maldiciones y en el momento menos oportuno que los zapatos me quedaban demasiado grandes. Después de todo, los antiestéticos protectores no eran tan mala idea.

Ante la avalancha de preparativos y problemas por resolver, tuve la sensación, por momentos, de que estaba organizando mi boda... pero de a solapa.

También, experimenté la sensación, en parte, de ser la quinceañera que no fui. Y en parte, perro atrapado en mitad del Periférico.

Encontré al taxista más simpático que pudo haberme llevado: "Usted no se preocupe por el tránsito, yo ahorita veo cómo le hago. Mientras, siga estudiando para su examen".

Después de dos horas en las que intenté sacar en claro las preguntas del sínodo, durante la respuesta a la última pregunta, la garganta se me comenzó a cerrar. Y de pronto, me comenzaron a dar unas ganas tremendas de ponerme a berrear ahí mismo, delante de todos.

Después de prestar el juramento sólo recuerdo una película sin sonido. Foto por aquí y por allá. Abrazos y más abrazos. No sé nada. No me entero de nada. Ya no tengo voluntad y me dejo llevar.

Entre todos los que me enviaron su buena vibra y entre quienes me acompañaron, siento que me adelantaron mi cumpleaños, Navidad y nuevamente mi cumpleaños. Sólo por eso prometo titularme más seguido.

Una pluma es un obsequio muy simbólico y tiene una gran importancia para mí. Es una especie de espaldarazo. Pero aquí entre nos, lo único en lo que pensaba era en recibir flores. Me encantan las flores.

Y ahora necesito: tiempo para leer, sobre todo lo que no he leído para la maestría. Tiempo para iniciar la siguiente tesis. Tiempo que le he restado a mis clases y a las personas más próximas. Tiempo para reposar y dejar descansar al Vasco. Necesito cine, cerveza muy fría, soccer, yoga, horas de sueño, buen café.

Con permiso, ahorita vengo.

5 GLOSAS:

Esponjita dijo...

Mi perdones por no haber podido llegar: entre unos maestros histéricos que no me dejaban salir antes de las doce y otro más histérico que no me hubiera perdonado llegar mínimamente tarde, mi martes se vió en la terripilante necesidad de sacrificar mi estancia con usted en su maravilloso examen.
No sufra, a todos nos pasa que algo sale mal. Por ejemplo: mi peinado de trencitas que tanto soñé resultó hacerme parecer a Beatríz Paredes Rangel.
(Y, eso sí, también recibí una hermosa pluma).
Le mando muchos abrazos, la disculpa por no haber podido estar ahí, y la promesa de que pronto nos vermos en los mutuos exámenes de mayestría.

Muchos abrazos, Licenciada Bandala:
La Licenciada Esponjita

Xerófilo dijo...

Hola Bandala:

Me da mucho gusto saber que ya concluiste con esta etapa.
Dedícate con entusiasmo a lo que dices al final.
Triste lo de la ausencia de flores. Pero no te apures. Tu vida será larga y ya recibirás muchas.
Saludos y abrazos.
RRS

bandala dijo...

LICENCIADA ESPONJITA: No se apure ni se preocupe. Sé que el día y la hora no ayudaron mucho pero ahora sí que tuve que anteponer las peticiones del sínodo a mis preferencias y comodidad. Y por lo demás, le puede restar el adjetivo "marvilloso" a mi examen, así que, sin falsa modestia, le puedo asegurar que no se perdió de mucho. Pero al final, eso sí, nos quedan las hermosas plumas y la buena vibra tanto de los presentes en cuerpo como de quienes nos la mandan a distancia. Y sobre todo, las promesas de más exámenes. Abrazos y muchas gracias.
XEROFILO: Gracias por tus palabras y los buenos deseos. Ten por seguro que pondré manos a la obra. Te agradezco nuevamente el detalle de las flores, las he disfrutado mucho. Muchos abrazos y gracias otra vez.

tazy dijo...

feliciteichon a usted! feliciteichon a usteeeeeeeeeeeed

ya pasó lo bonito, ahora viene lo bueno:D

bandala dijo...

Muchasgracieichooooon! No me di cuenta de cuándo pasó lo bonito y mucho menos, si ahora viene lo bueno. Ojalá que sea así, pues lo único cierto es que hace rato que ya no siento lo duro sino lo tupido :s
Gracias nuevamente, la espero por acá para ese café, aunque sea de banqueta.