A Odiseo.
Este puerto y tierra adentro.
Este puerto y tierra adentro.
Dije lo contrario y lo sostengo.
Aunque lo haya dicho lo vuelvo a repetir. Piedra del mismo zapato y paso a pasito, pian-pianito, paso a tropezar.
Vuelvo a este blog y me voy ni bien había acabado de limpiar y sacudir, echar una trapeada, llenarlo de agua y jabón para hermosearlo y... Ahorititita vuelvo, ai les encargo el changarro. Nomás voy, fijo, limpio y doy esplendor.
Sí, cómo no.
Señoras y señores, bienvenidos nuevamente a un nuevo y trepidante episodio de ésta, su tragicomedia favorita Bloguear es mi pecado que hoy presenta: "El regreso de la bloguera pródiga". Y recuerde que el jabón "Alma mía" es el único que dejará oloroso y reluciente hasta el más íntimo rincón de su ser.
En el capítulo anterior, nuestra gentil protagonista, tras sobrevivir de puro milagro una titulación, fin de año escolar, una peste neomedieval, el duelo y las esquelas por varios muertos ilustres, junto con los artreros trabajos de final de semestre, se encontró un buen día con palabras y pensamientos desvalijados, dispersos y deshilvanados. Tanto, que debió comenzar a perseguir piedras y juntar aves para buscar el camino que se había extraviado.
Yo no paso por las cosas, sino que las cosas me pasan y me sobrepasan. Como los ciclos que llevan más tiempo en cerrarse y viajes que se emprenden aun antes de treparse al autobús, avión, jet, mula, trasatlántico. Viajes que comienzan sin traspasar la puerta de la habitación. O que no acaban ni después de haber desempacado.
Aquí vamos, otra vez.
2 GLOSAS:
Hola Bandala:
La verdad yo pensaba medio reclamarte por aquello de las promesas incumplidas.
Pero también es cierto que me gustó tanto tantísimo tu escrito que nomás no me sale.
Pero me sigue calando eso de que alejarías la mala costumbre de tus ausencias.
Por eso yo le sugiero a nuestra gentil anfitriona que la próxima vez que salga de "viaje" se lleve una bolsita o bolsota de piedras del mismo tamaño y color y que las vaya dejando en el camino, para que así pueda tener un retorno relativamente rápido. Insisto en sugerir una bolsa de piedras monótonas y aburridas, porque tengo la remota impresión de que si son bonitas y variadas se va a andar distrayendo todo el tiempo, en la ida y el regreso, meditando en la complejidad de sus diseños y buscándoles extraños significados.
Pero, pensándolo bien, quizás lo mejor sea un simple mecate, se lo amarra a la cintura y así nosotros podremos jalarlo desde aquí. Nomás no se le olvide atarlo en algún lugar que nos sea evidente.
Las señales serían simples, si todavía no se quiere "regresar", pus se agarra del árbol que esté más cerca, o algo así.
Sinceramente me gusto mucho lo que escribiste. Todo. Tanto que desde ayer que fui al trabajo me imaginé que andaba de viaje.
Saludos
RRS
PD. por cierto, sigo esperando su contribución en "El Montonal".
XERÓFILO: También yo me encuentro debatiéndome entre el agradecimiento y la pena por la espera. Es difícil volver al camino, pues soy distraída por naturaleza, pero aplicaré todos los métodos sugeridos: piedras grandes y pequeñas, mecates y árboles.
La contribución con El Montonal se encuentra pendiente pero en breve la saldaremos, pues es deuda de honor.
Gracias nuevamente por estar al pendiente de mis extravíos, abrazos muchos.
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