Tomar una piedra llamada Sontag


¿Como se puede vivir sin desear? Sin embargo, hay momentos en que los deseos parecen inundarme. Encrucijadas en los que éstos se agolpan y entremezclan de forma caótica y violenta. Pero no es posible identificarlos, mucho menos apresarlos. Llegan a distorsionarse y se confunden finalmente, unos con otros, como todos los animales que avanzan en una manada: de forma incontrolable, mezcla de polvo, temblor y furia.

Es doloroso desear tanto. Pero no es el deseo de cuánto, sino el qué.
Acabo de leer una reseña sobre la próxima publicación de los diarios de Susan Sontag. Los fragmentos que aparecen ahí
me mueven otra vez al asombro incesante del poder de las palabras. O más bien, al efecto que éstas poseen sobre una persona, sobre su mundo interior, sobre todo lo que puede defirnos: el poder que tienen para hacernos consientes de nuestra esencia o bien, para alterar ésta.
Es en estos momentos que desearía poder hacer tangible lo que no lo es. Poder tomar estas palabras que me queman e iluminan, y apresarlas en mi mano. De la misma forma como se toma una piedra para poder sostenerla en la mano, sentir su peso y su suave porosidad.Guardarla en el bolsillo y caminar, sintiendo su peso balancearse al compás de mis pasos.
Y finalmente, lanzarla muy lejos sobre el agua, y quedarme parada en la orilla viendo surgir incesantemente las ondas que desprende y abarcan todo.

1 GLOSAS:

Lienzo dijo...

Para ser tan intangibles, tan efímeras, las palabras pesan mucho, hieren tanto, construyen sobre su invisibilidad tantos tantos mundos!